28 de septiembre de 2011

Literatura - Tema: El relato policial

El jueves 25 de mayo de 2009 no fue un jueves más para el Beata Imelda. Sin dudas, este día quedará marcado en la memoria de todos los alumnos, profesores y demás personas. Los presentes, en su totalidad, se encontraban en el salón de actos, en el subsuelo de la institución. Estaban conmemorando la Revolución de Mayo y, como de costumbre, los alumnos eran los encargados de representar a los hombres de esa época. A Elvio Lador nunca le gustó actuar, ni siquiera en su último año en el colegio. Por lo tanto, no estaba prestando atención al acto cuando escuchó que lo llamaban.
El profesor de tecnología de primaria era un hombre canoso de mediana edad, honesto e impaciente y tenía dos hijas. El nombre de Joaquín Tecno era muy reconocido en el colegio, ya que llevaba alrededor de 20 años dando clase. La mayoría de los alumnos consideraba su materia como “la hora libre de la semana”.
La rectora Alicia Ovejero revolvió en el fondo de su cajón para encontrar el número de un prestigioso joven detective. El señor Da Re accedió a reunirse con la hermana en las instalaciones del Beata Imelda al día siguiente.
A las 9 en punto, Esteban, el detective, se encontraba en el despacho de la rectora. Lucía un pulóver rayado y un pantalón de jean oscuro.
- ¿Qué tal? Buen día.
- Buenos días Da Re. Qué alegría que haya venido, estamos desesperados en el colegio. Elvio Lador, un alumno de 5º año, no aparece desde el 25 de mayo, ni aquí ni en su casa. Hoy es 2 de junio, es decir que han pasado 8 días sin que se sepa nada de él. Asimismo, el profesor de tecnología Joaquín Tecno ha estado faltando desde la semana pasada. Me temo que sus desapariciones están conectadas, ya que no se los ha visto luego del acto. Hemos llamado a la casa de Elvio y no saben nada de él aún. Toda su ropa está en la casa, por lo que sus padres descartan que se haya ido de viaje. Piensan que lo han raptado. En cuanto al profesor, no responde a los llamados y vive solo en su casa. Realmente necesitamos su ayuda.
Esteban asintió fervientemente y prometió resolver el caso al cabo de tres días. Decidió ir a su casa para pensar un poco. Como había dicho la Hermana, las desapariciones debían estar conectadas. ¿Una amenaza a la escuela? No, seguro que no. ¿Algún mafioso en común que conozcan los dos? Tal vez, aunque Elvio no se metía en líos, tenía fama de buen chico. Se le cruzó la vaga idea de que estuvieran secuestrados en el mismo lugar. Había algo que le sorprendía: el escaso o prácticamente nulo interés de la familia de Tecno por saber adónde estaba Joaquín. Quizás la víctima podía ser el victimario, quizás los familiares estaban encubriendo un hecho.
El detective decidió entonces estudiar la relación que existía entre J.Tecno y Elvio. Al día siguiente fue a la escuela para reunirse con Armando Casas, el mejor amigo de Lador.
De esa charla sacó dos conclusiones muy importantes:
• Todo el tiempo que estuvieron en la escuela, Tecno y Elvio tuvieron una muy mala relación. El alumno hacía las clases imposibles y burlaba y molestaba al profesor. Este último año, Tecno estaba muy cansado de Elvio.
• Armando Casas pronunció el nombre de “Camila”. Había que averiguar quién era Camila. En este caso podía haber una mujer de por medio.
La Hermana Alicia le entregó la información que Esteban le había pedido sobre Tecno y Elvio.
Joaquín Tecno había nacido 53 años atrás, estaba separado y tenía una única hija de 18 años, de nombre Camila. Recordó a la Camila mencionada por Armando; debía investigarla.
Elvio Lador tenía 19 años, había repetido 2º año en el Beata Imelda. Llevaba un tatuaje de un dragón en su hombro derecho. Era muy independiente de sus padres, por lo que ellos no se enteraban de muchas cosas que hacía.
Esteban determinó que era imperioso hablar con la hija de Tecno, pero no sabía donde encontrarla. Le preguntó a la Hermana Alicia si sabía alguna forma de contactarla, y obtuvo como respuesta que una profesora de primaria le daba clases particulares de inglés.
El detective esperó a que Camila salga de sus clases particulares y la siguió hasta su casa a escondidas. Una vez que ella entró, aguardó unos minutos y tocó el timbre de su casa:
- Buen día, soy el detective Esteban Da Ré, y estoy investigando la desaparición de tu padre y de un alumno del Beata Imelda. Quisiera saber si tenés alguna información sobre el tema que pueda ayudar. Todo sirve.
Camila estaba aterrorizada, sin embargo lo dejó pasar. Esteban trató de calmarla, al tiempo que ella se quebró y comenzó a llorar.
- Ya va a aparecer tu padre, es un hombre grande y sabe cuidarse solo…
- No, no es eso – dijo entre lágrimas -. Es que…
Esteban pensó que ella sabía toda la verdad, pero no podría saberlo si seguía llorando. Camila se tranquilizó y comenzó a hablar:
- ¿Quién es el alumno que desapareció?
- Elvio Lador
- A mí me violaron hace dos semanas. Un pibe de mi edad, con un tatuaje de un dragón en su hombro derecho y de pelo corto. Mi papa se enteró, por supuesto, y enloqueció. Prometió encontrar al culpable y torturarlo hasta matarlo. Tengo miedo que haya hecho una locura.
- El culpable que describiste tiene las mismas características que Elvio Lador
- Yo no lo conozco, pero mi papá gritaba todo el tiempo: “Fue Elvio Lador, lo voy a matar”. Por favor encuentren a mi padre, tengo mucho pánico.
- Quedate tranquila que lo voy a encontrar. En unas horas me comunico con vos..
Esteban se fue de la casa de Camila con el caso resuelto en su mente. Tecno, enfurecido con Elvio Lador porque violó a su hija, se lo llevó y lo secuestró en su casa, ya que era el lugar menos pensado para tenerlo capturado y no lo iban a descubrir. Camila no supo más de él desde el 25 de mayo.
Al cabo de unas horas Esteban recibió un llamado de Camila, en el cual le comentó que le había llegado una carta de su padre y quería abrirla con él. Fue a su casa rápidamente y empezaron a leerla. La carta decía:

Querida hija:
Primero que nada, quier que sepas que te amo y nunca te voy a olvidar. Hija, todo lo que hice lo hice por vos, por el dolor, la bronca y la impotencia que me daba verte llorar. Aunque sé que nunca se me va a ir la culpa de que te hayan violado, espero que, al verte desde arriba, se alivie un poco. Te voy a extrañar mucho.
Pero antes de irme, tenía que cumplir con la promesa que te hice el día que me contaste lo que te pasó. Ahora no tenés ninguna razón para preocuparte.
Quizás no sea la mejor opción, y te pido perdón por eso, pero no puedo vivir más así.
Papá.

Mariano Biondi y Tiago Lazcano - 2º BAE